domingo, 24 de junio de 2012

El flautista de Hamelín/de los hermanos Grimm

Hace ya mucho tiempo, en el año de 1284, la ciudad de Hamelín se encontraba infestada de ratas. Y a pesar de los esfuerzos de los aldeanos, la plaga en vez de disminuir, aumentaba. Un buen día apareció en el pueblo un forastero que ofreció sus servicios a los angustiados habitantes. Les propuso que a cambio de una buena recompensa, él les libraría de todas las ratas. El alcalde y los aldeanos aceptaron la oferta al instante y se comprometieron a pagar un generoso monto. Al punto, el forastero comenzó a tañer su flauta y todas las ratas fueron saliendo de sus escondrijos y agujeros y siguiendo la melodía, se fueron reuniendo en torno al flautista que empezó a caminar y los roedores a seguirle al son de la música. El flautista enfiló sus pasos rumbo al río Weser y tras él, las ratas que en estado de trance, fueron saltando al agua, una a una, y perecieron ahogadas.
Cumplida su misión, el flautista reclamó la recompensa, pero el alcalde y los aldeanos, ya sin la plaga, se olvidaron del compromiso con el forastero a quien sólo arrojaron unas cuantas monedas. Molesto, el flautista abandonó el pueblo, pero regresó el 26 de junio (fiesta de los santos Pedro y Pablo) a cobrar venganza.
Así, mientras los habitantes de Hamelín atendían sus asuntos de adultos, el forastero volvió a tañer la flauta con su extraña música. Y en esta ocasión, fueron los niños, ciento treinta niños y niñas quienes siguieron al flautista felices al compás, alejándose poco a poco del pueblo hasta llegar a una cueva. A partir de allí, nunca nadie volvió a ver a los niños.



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Si las ratas son símbolos de corrupción política, adviértase cuán fácil puede perderse toda una nueva generación de niños, si al final, de nuevo por corrupción, el alcalde y el pueblo se transan al flautista. Es previsible que los niños en la cueva (ritual de tránsito a la adolescencia y a la juventud), regresarán convertidos en ratas depredadoras de Hamelín. Y hará falta de nuevo, otro flautista, con la variante quizá -para romper el círculo vicioso- de que ofrezca sus servicios sin pedir nada a cambio. Queda no obstante la duda: ¿qué simboliza la música como medio para transformar una sociedad en crisis?

3 comentarios:

TITA dijo...

Los discursos efímeros y oportunistas a caso?

Don Manchon dijo...

A propósito de dichas melodías maestro Falcón lo invito a seguir el siguiente Link

http://lamanchaenelespejo.blogspot.mx/2012/06/lo-melodioso-en-ocasiones-deviene.html

Carlos G Garibay dijo...

Saludos Sr Falcone!

Me hizo recordar la entrañable Pitaya Ye Ye con su versión del Flautista del Tío Guayabito (Trino) en la que "...y la ciudad se quedó sola!"

Salud!